miércoles, 14 de agosto de 2013

Poesía: Tu llegada

¿Qué es lo que quieres, cielo?
¿El mar? ¿La luna?
¿O quizá las dos en suma?
¿El sol? ¿Una estrella?
Sabes que lo mereces más que ninguna.

Por el mundo vas, dejando huella,
en todos causando la locura,
en el mundo no hay mujer más bella
que provoque en el corazón semejante ternura.

Y es que un alma recubierta de hielo,
inquebrantable, más dura que la roca desnuda,
no tenía esperanzas de una posible cura.
Hasta que llegaste en forma de lucero
iluminando el dolor, convirtiéndolo en anhelo.


Desde que llegaste a mi vida, cielo
ni el mejor cirujano como tú sutura,
encerrando mi soledad junto a mi amargura,
transformando mi alma con tu ayuda
haciéndola más brillante que la luz más pura.

miércoles, 5 de junio de 2013

Texto: Dos alas desafiando juntas al viento

Al deambular desorientado hallar una mano que me guíe. Buscar entre mis sombras una cara que sonríe, un cariño que el corazón recibe, que aleje la tristeza cuando me das un abrazo, haciéndome olvidar el rechazo, rodeado con firmeza por la delicadeza de tus brazos.

Cuando todo está oscuro sentirte a mi lado, sentir que me has tocado cuando mi cuerpo se estremece. Sentir la presión que tu alma ejerce, que me sumerge en tu laguna, de risas y frescura, de comprensión y dulzura, ternura desatada al borde de la locura.

Sentir el calor que emana a través de tu ropa. Sentirte cuando me tocas. Acariciarte la piel mientras tú y tus ojos color miel, recomponéis todas mis partes rotas, mostrando un cartel que dice: no estés triste, aguanta de pie si la vida te embiste, resiste, me tendrás aquí para consolarte si sufriste.

Estaré aquí, para decirte que te quiero. Para mirar al cielo bajo la luz de una farola y dejar a nuestras almas volar juntas alejándose del suelo. Y allí, verlas fundirse en una sola formando una aureola tan perfecta y armoniosa como una melodía para piano.
Y al fin, cogidos de la mano, las veremos partir, la una con la otra en su eterno confinamiento.

Como dos alas desafiando juntas al viento…
Dos estrellas unidas en el firmamento…
Dos enamorados compartiendo un único sentimiento.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Poesía: Oasis en el desierto

Levanto la vista y observo alzarse la luna
Un círculo brillante y perfecto en su blancura
Bajo mis pies descalzos el áspero roce de la arena dorada
Araña mi piel, que días atrás por mucho menos sangraba
Y ahora tan solo acrecienta mi locura.

El aire entra en mis pulmones con una fuerte bocanada
Causada por el duro ascenso a la cumbre de esta duna
Y al mirar el horizonte una sensación me abruma
La de sentirme tan lejos del alcance de tu ternura
De la sonrisa traviesa en tu cara dibujada.

Abro los ojos y alzo la cabeza de la almohada
Pero no veo más allá de lo que la oscuridad me censura.
Con la esperanza en el rostro reflejada
Sigo avanzando por este desierto con premura

Buscando a tientas el oasis de tu mirada.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Poesía: Una voz entre la negrura.


Bajo las estrellas y la luna
Aparece semidesnuda
La figura de un jinete en su montura.

Mantiene fija en su mente tu fina silueta tan adorada
El preciado rostro de su amada
Imaginando que una suave brisa en tu pelo se recrea
Que lo impulsa a enfrentarse a la aventura.

En un instante de locura
El latir rítmico y cansado de su corazón se acelera
Una mera casualidad que la mente exagera
Pues cree escuchar el susurro de tu voz entre la negrura
Una voz, que a pesar de su premura
Se apaga, hasta que el silencio la deja muda
Una llamada angelical de palabras viuda.

Cuando depositas a su alrededor tu aura dorada
Se le dibuja en la cara una sonrisa
Causada por la paz que desprende tu mirada
Que en esos momentos sin demora precisa.

Sus emociones se entrecruzan en aquella llanura
Mientras tú observas desde tu altura
Esta aventura, tan sedienta de ternura
Porque por ti, hermosa criatura, prosigue este jinete su andadura.

sábado, 27 de abril de 2013

Poesía: Amor.

Se levanta de la cama y mira alrededor, la busca;
Desesperado, se agarra a la almohada y la estruja;
Intenta encontrar una salida, se refugia en su interior,
aislándose del mundo en su burbuja
en la que solo pueden entrar él y su dolor.

Allí dentro y con cierto temor, mentalmente la dibuja:
la chica de la sonrisa eterna;
la obsesión de una mente enferma;
la obsesión de que un día entre ellos la pasión surja.
Con una simple mirada sus defensas merma,
la chica de la voz tan sumamente tierna
que apagaría el calor del canto de la más bella sirena.

Una palabra le atormenta, le embruja,
le persigue sin descanso con su amenazador esplendor,
propinándole dolorosos pinchazos cual aguja.
Se siente como en un continuo subir y bajar de un ascensor,
Tan solo una palabra es su motor,
una palabra que el resto del mundo llamaría amor.

viernes, 29 de marzo de 2013

Reflexionando sobre sueños, deseos...

Todo avanza irremediablemente. La vida sigue su curso y cuando te quieres enterar, te das cuenta de que hay cosas que te hubiera gustado hacer pero que nunca creías que era el momento adecuado, pero que llegará un día en el que ya será demasiado tarde.

Aún no lo es, lánzate a perseguir aquellas pequeñas cosas que siempre has tenido en la mente, aprovecha tu tiempo, haz que cuando estés sentado en el sillón de tu salón, ya jubilado, puedas mirar atrás y sentirte satisfecho de todo lo que has vivido.

Y persigue tu mayor sueño, sea cual sea, por muy irreal que pienses que pueda ser está ahí, para ti, para que lo cojas y puedas decir: Ya está, lo he hecho. Es mío.

viernes, 8 de marzo de 2013

Artículo para revista.

En esta entrada os dejo el artículo que escribí para la revista 2y2magazine de Tudela (Navarra). Creo que es un tema interesante a tener en cuenta.

¿Matan las escuelas la creatividad?
De esto habla Ken Robinson en una conferencia con este mismo título, que me gustaría aprovechar para comentar aquí.
Para empezar las personas creativas por excelencia son los niños y las niñas, que pueden jugar y pasar un rato inolvidable con cualquier cosa: un palo que hace las veces de espada, bastón, varita mágica, una piedra que puede ser un balón de fútbol inmejorable, o una simple caja de cartón, que pueden convertirla con su prodigiosa imaginación en un hermoso castillo donde viven príncipes y princesas.
Además, no tienen miedo a equivocarse. Se equivocan y aprenden de sus errores. Si les prohibimos hacer algo “porque está mal” ellos pensarán: ¿Por qué está mal? ¿Qué pasará si lo hago? En la escuela están 8 horas seguidas sin moverse de la silla, teniendo que prestar atención continuamente a una persona que está explicando lo que dice un libro de texto, y temiendo equivocarse para no ganarse una reprimenda, o lo que es peor, un suspenso.
Pues bien, nosotros les inculcamos ese miedo a equivocarse. En casa, en la escuela, les reñimos, castigamos o suspendemos por haber hecho algo mal, cuando ellos tal vez lo han hecho con la mejor intención del mundo. Y es esto, lo que hace que pierdan esa iniciativa, esa creatividad que les caracteriza y al crecer les transformamos en “uno más” de la sociedad en la que vivimos.
Por eso cuando crecemos nos encontramos necesitados y dependientes de lo que la sociedad nos ofrece. Sin ir más lejos, en este mundo de la tecnología muy pocas personas podrían vivir sin un ordenador, o sin tener el móvil continuamente encima.
Así que, ¿realmente es este el buen camino?

Podéis ver la revista entera aquí:
http://www.dosydosmagazine.com/numero6/

lunes, 4 de marzo de 2013

Relato 4: Memorias

Cuando abrí la puerta de la habitación del abuelo, me sorprendí por no verlo en su mecedora, donde solía estar habitualmente. Decidí aprovechar la oportunidad y, aunque sabía que estaba mal fisgar en las cosas de los demás, no pude resistirme a saber algo más acerca de su pasado, ese que tantas veces eludía cuando le preguntaba directamente.

Después de rebuscar por los cajones de la mesilla y del escritorio de su habitación sin resultado, se me ocurrió mirar bajo la almohada y allí lo encontré: su diario.
Utilizaba una especie de archivo, al que cada vez que escribía algo, iba añadiendo una nueva hoja con sus preocupaciones de aquel día. Comencé por las primeras páginas, ya amarillentas por el paso del tiempo, y fui avanzando nerviosamente hacia delante al no encontrar nada lo bastante importante como para justificar su comportamiento, la brusquedad en su respuesta y su posterior mirada perdida durante un largo rato.

Al final, entre los recuerdos de mi abuelo, encontré algo que prometía y comencé a leer:

Hoy escribiré algo quizá un poco triste y es que con el paso del tiempo te das cuenta de algo:

Todo tal y como empieza se acaba, es algo sencillo, lógico, matemático: una película, un buen libro, la universidad... No duran para siempre, termina llegando un momento en el que comienzan a aparecer los créditos finales, o te quedas sin páginas para continuar, o te conviertes (o no) en profesional de aquello que has querido estudiar. Hay un momento en el que te topas con la palabra FIN, ya sea física o metafóricamente.
A veces ese final es deseado, y lo coges con gusto, con alegría, pero otras veces te embriaga una sensación de vacío, como si aquello que se ha terminado se llevara consigo una parte de ti, sin la que no te sientes completo.
Y es que igual que se terminan los libros, y las películas, también se terminan amistades y relaciones.

Me resulta frustrante mirarla cada día y fingir que no la conozco más que de vista. Tener que verla subir al autobús con sus amigas, aguantar su saludo despreocupado y su tímida mirada hacia la parte donde estoy sentado, antes de seguir con su conversación.
Intento olvidarlo, intento que mi mirada no se desvíe inconscientemente hacia su espalda, hacia su pelo, y no recordar que una vez hacía no mucho mis manos lo habían recorrido, jugueteando con él. Intento olvidarlo, aunque sé que es una lucha ya perdida antes de comenzarla.

Sus labios, el perfecto contacto que se producía cuando se juntaban repetidamente con los míos, su cuerpo sobre el mío, la forma en la que había conseguido que perdiera gran parte del autocontrol del cual siempre presumo y me había entregado a ella durante aquella tarde en la que sólo habíamos existido nosotros dos.
"Esto no puede volver a pasar, no está bien, tengo novio" me había dicho, pero no la creí. He estado desde aquel día esperando que me volviera a llamar, porque no conseguía aceptar que aquello había empezado y terminado aquella tarde.

No podía quitarme de la cabeza su sonrisa maliciosa al verme tan entregado y la forma en la que disfrutaba tanto como yo del momento, ni el beso de despedida, acompañado de una adorable sonrisa que sonó a un hasta pronto, que comenzaba a alargarse demasiado y ya estaba a punto de hacerme enloquecer...

-¿Qué haces?
Me sobresalté y miré hacia la puerta, donde mi abuelo estaba plantado con los ojos como platos al verme leyendo su diario. Se acercó con agilidad y me lo quitó de las manos, a la vez que lo cerraba con fuerza.
-Abuelo...
-Sabes de sobra que está mal andar fisgando en las cosas ajenas. Me decepcionas.
No utilizó un tono enfadado, más bien parecía... triste.
-Lo siento- repetí, mientras caminaba con la cabeza gacha hacia la puerta. Sin embargo, antes de salir, me volví hacia él.
-Abuelo, ¿qué pasó al final con aquella chica?
Él no contestó enseguida, como si se estuviera planteando si contestar o no.
-Ella era tu abuela.

Miré comiéndome con los ojos el archivo que sostenía mi abuelo con adoración en sus manos, pensando en las siguientes páginas después de aquella, deseando por encima de cualquier cosa saber lo que había pasado a continuación. Dediqué una mirada de súplica a mi abuelo, pero obtuve como respuesta un movimiento negativo con la cabeza.
-Hoy ya has averiguado más de lo que deberías. Si quieres conocer lo que pasó después tendrás que volver mañana. Pero esta vez, cariño- añadió ante mi salto de alegría,- asegúrate de que yo esté en la habitación para mostrártelo.

De un par de saltos llegué a donde estaba él de pie, mirándome divertido, le planté un beso en la mejilla y tras asegurarle que volvería al día siguiente, me marché mientras él se sentaba en su mecedora y contemplaba el atardecer, casi sin pestañear, como si no hubiera nada en este mundo que pudiera sacarle de  sus pensamientos.
...

jueves, 28 de febrero de 2013

Relato 3: Lágrimas


Sentado frente a la ventana, se repetía continuamente esta frase, mientras en el exterior, la tormenta se desataba ferozmente sobre la ciudad. El viento desviaba la lluvia contra el  cristal, que mostraba su reflejo, con gotas de agua dispersas por todo su rostro. Viéndose a si mismo llorando lágrimas formadas por la lluvia, pensó que su corazón le pedía a gritos que se desahogara, que sacara de su interior toda esa rabia contenida, todos esos pensamientos que le mantenían en ese estado.

Pero quería ser fuerte, quería por una vez poder sobreponerse a su sensibilidad.

“La vida da muchas vueltas”, intentó consolarse a sí mismo.

Sin embargo, el resultado fue que una solitaria lágrima se sobrepuso a sus esfuerzos por contener el llanto, y como si esta hubiese conseguido hallar el camino correcto para salir de un laberinto, muchas otras le acompañaron, hasta bañarle las mejillas por completo.

Una vez empezado ya le fue imposible parar, siguió llorando, cada vez oponiendo menos resistencia, dejando que la melancolía, el dolor y los pinchazos en el corazón le dominaran.

-¿Cariño, te pasa algo?

Él inspiró profundamente y, poniendo la mejor cara que pudo, miró a la persona que había entrado en la habitación y se encontraba observándolo preocupada desde el umbral, con la mano todavía en el picaporte de la puerta.

-No, mamá. No pasa nada.

sábado, 23 de febrero de 2013

Relato 2: Amistad/amor


-¿En qué piensas?
Ella soltó un bufido y apartó la vista de la luna para observarle acercarse hasta sentarse a su lado en la cama, de cara a la ventana.

-En nada. Miraba las estrellas.

Él asintió y pasó un brazo por encima de su hombro, atrayéndola hacia sí. Ella cerró los ojos, disfrutando cada segundo de su contacto, deseando que los segundos fueran eternos, pero sabía que el abrazo no podía durar para siempre.
Él levantó la vista al firmamento.

-El cielo está precioso esta noche…
-No es lo único.

Le miró y se dio cuenta de que la observaba. Sus ojos denotaban un cariño infinito, hermoso, inmortal, pero no era el cariño que ella quería.
-Te quiero, princesa.
-Yo también a ti.

Respondió a su instinto y lo abrazó con deseo y desesperación. Él hizo lo propio con ternura y protección.
-Siempre me tendrás contigo. Siempre estaré a tu lado.
Mientras él le susurraba al oído, silenciosas lágrimas comenzaron a aflorar en sus mejillas escuchándolo.

-Lo sé.
-Sabes que puedes contar conmigo. Puedes pedirme lo que quieras.

Ella sabía que él decía la verdad, que nunca la abandonaría. Él siempre estaría ahí para protegerla, pero se equivocaba en una cosa. Ella sólo quería lo único que él nunca le podría dar: su corazón. Porque este ya tenía dueña.

Se dejó consolar en silencio sabiendo que al final, él se levantaría e iría en busca de su verdadero amor y ella se quedaría allí, sola, viendo alejarse a su corazón.

Relato: La eterna espera


-Imagínatelo.
Me miró sin entender, extrañado, esperando a que continuara. Al ver que permanecía en silencio, se giró ligeramente hacia mí chasqueando la lengua, como siempre hacía cuando se impacientaba.
-¿Qué tengo que imaginar?
Me tomé mi tiempo para contestar. A veces tomarte tu tiempo antes de hacer o decir algo ayuda a aclarar tus ideas, pero en este caso por mi parte no había nada que aclarar.

-Imagina que existe un mundo en el que todos podemos ser lo que queramos, estar con quien queramos, morir cuando queramos. Que nadie te diga ni se interponga en tus aspiraciones de ser médico, abogado, profesor, fontanero, escritor; Saber que vas a conquistar a la chica o al chico que te gusta, sin miedo a ser rechazado; Que el paso del tiempo no corra en tu contra, restando segundo a segundo el número de momentos que tendrás para poder amar. Sería un mundo perfecto.

Le miré directamente por primera vez desde que había empezado a hablar. Mientras lo observaba me di cuenta de cómo poco a poco caía en la cuenta de a qué me refería exactamente.

-¿Tú crees? Mira, sabes que he estado aquí cada vez que necesitabas hablar, pero llega un momento en el que tengo que decirte que ya va siendo hora de que lo superes y de que sigas adelante.

Volví a apartar la vista. Tenía razón, ya iba siendo hora de superarlo. Sin embargo, no lo había hecho, y conforme pasaba el tiempo, la idea de llegar a hacerlo alguna vez empezaba a parecerme utópica.

-Si te empeñas en encerrarte en ti mismo es imposible que lo consigas. Ahí fuera, en alguna parte, hay alguien mejor, alguien hecho para ti y cuando menos te lo esperes...

No acabó la frase, no hacía falta. Me quedé con la mirada perdida y el ceño algo fruncido pero no se lo negué. Tal vez fuera así. Tal vez en algún momento de mi vida sintiera aquello sobre lo que habla tanto la gente, sobre lo que se dan vueltas y vueltas en las películas, en los libros, en los poemas... Tal vez, dentro de quién sabe cuanto tiempo, llegue una chica que sea capaz de sacarme una sonrisa cada mañana solo con una mirada, de arrancarme de los labios un te quiero en un momento complicado o de hacer que pierda el culo por ella, para agradarla, para complacerla, para hacerla feliz.

Sólo tenía que esperar. Pero a veces las esperas son demasiado largas y nadie te asegura de que el resultado sea el que deseas.