Al deambular desorientado hallar una mano que me guíe. Buscar
entre mis sombras una cara que sonríe, un cariño que el corazón recibe, que
aleje la tristeza cuando me das un abrazo, haciéndome olvidar el rechazo,
rodeado con firmeza por la delicadeza de tus brazos.
Cuando todo está oscuro sentirte a mi lado, sentir que me
has tocado cuando mi cuerpo se estremece. Sentir la presión que tu alma ejerce,
que me sumerge en tu laguna, de risas y frescura, de comprensión y dulzura,
ternura desatada al borde de la locura.
Sentir el calor que emana a través de tu ropa. Sentirte
cuando me tocas. Acariciarte la piel mientras tú y tus ojos color miel,
recomponéis todas mis partes rotas, mostrando un cartel que dice: no estés
triste, aguanta de pie si la vida te embiste, resiste, me tendrás aquí para
consolarte si sufriste.
Estaré aquí, para decirte que te quiero. Para mirar al cielo
bajo la luz de una farola y dejar a nuestras almas volar juntas alejándose del
suelo. Y allí, verlas fundirse en una sola formando una aureola tan perfecta y armoniosa
como una melodía para piano.
Y al fin, cogidos de la mano, las veremos partir, la una con
la otra en su eterno confinamiento.
Como dos alas desafiando juntas al viento…
Dos estrellas unidas en el firmamento…
Dos enamorados compartiendo un único sentimiento.
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