jueves, 28 de febrero de 2013

Relato 3: Lágrimas


Sentado frente a la ventana, se repetía continuamente esta frase, mientras en el exterior, la tormenta se desataba ferozmente sobre la ciudad. El viento desviaba la lluvia contra el  cristal, que mostraba su reflejo, con gotas de agua dispersas por todo su rostro. Viéndose a si mismo llorando lágrimas formadas por la lluvia, pensó que su corazón le pedía a gritos que se desahogara, que sacara de su interior toda esa rabia contenida, todos esos pensamientos que le mantenían en ese estado.

Pero quería ser fuerte, quería por una vez poder sobreponerse a su sensibilidad.

“La vida da muchas vueltas”, intentó consolarse a sí mismo.

Sin embargo, el resultado fue que una solitaria lágrima se sobrepuso a sus esfuerzos por contener el llanto, y como si esta hubiese conseguido hallar el camino correcto para salir de un laberinto, muchas otras le acompañaron, hasta bañarle las mejillas por completo.

Una vez empezado ya le fue imposible parar, siguió llorando, cada vez oponiendo menos resistencia, dejando que la melancolía, el dolor y los pinchazos en el corazón le dominaran.

-¿Cariño, te pasa algo?

Él inspiró profundamente y, poniendo la mejor cara que pudo, miró a la persona que había entrado en la habitación y se encontraba observándolo preocupada desde el umbral, con la mano todavía en el picaporte de la puerta.

-No, mamá. No pasa nada.

sábado, 23 de febrero de 2013

Relato 2: Amistad/amor


-¿En qué piensas?
Ella soltó un bufido y apartó la vista de la luna para observarle acercarse hasta sentarse a su lado en la cama, de cara a la ventana.

-En nada. Miraba las estrellas.

Él asintió y pasó un brazo por encima de su hombro, atrayéndola hacia sí. Ella cerró los ojos, disfrutando cada segundo de su contacto, deseando que los segundos fueran eternos, pero sabía que el abrazo no podía durar para siempre.
Él levantó la vista al firmamento.

-El cielo está precioso esta noche…
-No es lo único.

Le miró y se dio cuenta de que la observaba. Sus ojos denotaban un cariño infinito, hermoso, inmortal, pero no era el cariño que ella quería.
-Te quiero, princesa.
-Yo también a ti.

Respondió a su instinto y lo abrazó con deseo y desesperación. Él hizo lo propio con ternura y protección.
-Siempre me tendrás contigo. Siempre estaré a tu lado.
Mientras él le susurraba al oído, silenciosas lágrimas comenzaron a aflorar en sus mejillas escuchándolo.

-Lo sé.
-Sabes que puedes contar conmigo. Puedes pedirme lo que quieras.

Ella sabía que él decía la verdad, que nunca la abandonaría. Él siempre estaría ahí para protegerla, pero se equivocaba en una cosa. Ella sólo quería lo único que él nunca le podría dar: su corazón. Porque este ya tenía dueña.

Se dejó consolar en silencio sabiendo que al final, él se levantaría e iría en busca de su verdadero amor y ella se quedaría allí, sola, viendo alejarse a su corazón.

Relato: La eterna espera


-Imagínatelo.
Me miró sin entender, extrañado, esperando a que continuara. Al ver que permanecía en silencio, se giró ligeramente hacia mí chasqueando la lengua, como siempre hacía cuando se impacientaba.
-¿Qué tengo que imaginar?
Me tomé mi tiempo para contestar. A veces tomarte tu tiempo antes de hacer o decir algo ayuda a aclarar tus ideas, pero en este caso por mi parte no había nada que aclarar.

-Imagina que existe un mundo en el que todos podemos ser lo que queramos, estar con quien queramos, morir cuando queramos. Que nadie te diga ni se interponga en tus aspiraciones de ser médico, abogado, profesor, fontanero, escritor; Saber que vas a conquistar a la chica o al chico que te gusta, sin miedo a ser rechazado; Que el paso del tiempo no corra en tu contra, restando segundo a segundo el número de momentos que tendrás para poder amar. Sería un mundo perfecto.

Le miré directamente por primera vez desde que había empezado a hablar. Mientras lo observaba me di cuenta de cómo poco a poco caía en la cuenta de a qué me refería exactamente.

-¿Tú crees? Mira, sabes que he estado aquí cada vez que necesitabas hablar, pero llega un momento en el que tengo que decirte que ya va siendo hora de que lo superes y de que sigas adelante.

Volví a apartar la vista. Tenía razón, ya iba siendo hora de superarlo. Sin embargo, no lo había hecho, y conforme pasaba el tiempo, la idea de llegar a hacerlo alguna vez empezaba a parecerme utópica.

-Si te empeñas en encerrarte en ti mismo es imposible que lo consigas. Ahí fuera, en alguna parte, hay alguien mejor, alguien hecho para ti y cuando menos te lo esperes...

No acabó la frase, no hacía falta. Me quedé con la mirada perdida y el ceño algo fruncido pero no se lo negué. Tal vez fuera así. Tal vez en algún momento de mi vida sintiera aquello sobre lo que habla tanto la gente, sobre lo que se dan vueltas y vueltas en las películas, en los libros, en los poemas... Tal vez, dentro de quién sabe cuanto tiempo, llegue una chica que sea capaz de sacarme una sonrisa cada mañana solo con una mirada, de arrancarme de los labios un te quiero en un momento complicado o de hacer que pierda el culo por ella, para agradarla, para complacerla, para hacerla feliz.

Sólo tenía que esperar. Pero a veces las esperas son demasiado largas y nadie te asegura de que el resultado sea el que deseas.