sábado, 23 de febrero de 2013

Relato: La eterna espera


-Imagínatelo.
Me miró sin entender, extrañado, esperando a que continuara. Al ver que permanecía en silencio, se giró ligeramente hacia mí chasqueando la lengua, como siempre hacía cuando se impacientaba.
-¿Qué tengo que imaginar?
Me tomé mi tiempo para contestar. A veces tomarte tu tiempo antes de hacer o decir algo ayuda a aclarar tus ideas, pero en este caso por mi parte no había nada que aclarar.

-Imagina que existe un mundo en el que todos podemos ser lo que queramos, estar con quien queramos, morir cuando queramos. Que nadie te diga ni se interponga en tus aspiraciones de ser médico, abogado, profesor, fontanero, escritor; Saber que vas a conquistar a la chica o al chico que te gusta, sin miedo a ser rechazado; Que el paso del tiempo no corra en tu contra, restando segundo a segundo el número de momentos que tendrás para poder amar. Sería un mundo perfecto.

Le miré directamente por primera vez desde que había empezado a hablar. Mientras lo observaba me di cuenta de cómo poco a poco caía en la cuenta de a qué me refería exactamente.

-¿Tú crees? Mira, sabes que he estado aquí cada vez que necesitabas hablar, pero llega un momento en el que tengo que decirte que ya va siendo hora de que lo superes y de que sigas adelante.

Volví a apartar la vista. Tenía razón, ya iba siendo hora de superarlo. Sin embargo, no lo había hecho, y conforme pasaba el tiempo, la idea de llegar a hacerlo alguna vez empezaba a parecerme utópica.

-Si te empeñas en encerrarte en ti mismo es imposible que lo consigas. Ahí fuera, en alguna parte, hay alguien mejor, alguien hecho para ti y cuando menos te lo esperes...

No acabó la frase, no hacía falta. Me quedé con la mirada perdida y el ceño algo fruncido pero no se lo negué. Tal vez fuera así. Tal vez en algún momento de mi vida sintiera aquello sobre lo que habla tanto la gente, sobre lo que se dan vueltas y vueltas en las películas, en los libros, en los poemas... Tal vez, dentro de quién sabe cuanto tiempo, llegue una chica que sea capaz de sacarme una sonrisa cada mañana solo con una mirada, de arrancarme de los labios un te quiero en un momento complicado o de hacer que pierda el culo por ella, para agradarla, para complacerla, para hacerla feliz.

Sólo tenía que esperar. Pero a veces las esperas son demasiado largas y nadie te asegura de que el resultado sea el que deseas.

1 comentario:

  1. Gran escrito Cuuca,jaja Una cosa, si vas a seguir escribiendo por este blog pon listado de seguidores para que quien quiera pueda hacerlo y poder enterarnos de cuando sacas nueva entrada. Nos vemos amigo.

    ResponderEliminar